Reflexiones acerca de la expresión corporal.

Las personas que convivimos con perros entablamos con ellos un proceso de comunicación constante. Como humanos, hemos desarrollado hasta el detalle la comunicación oral. Mediante el lenguaje conseguimos expresar pensamientos, emociones, sentimientos… También lo utilizamos para resolver necesidades más específicas como pedir un café o preguntar donde queda una calle. Por último, y aunque los demás ejemplos también lo consigan, lo hacemos valer para llamar la atención de manera conciente, gritando ¡cuidado! Si alguien no ve un peligro o llamando por su nombre a un amigo que camina por la acera de enfrente. Esta cualidad que hemos dado al lenguaje, sin embargo, ha producido un cierto desequilibrio en nuestras capacidades de comunicación: el usar con tanta frecuencia las palabras nos ha hecho menos “hábiles” para percibir y comunicar de otras maneras.